Psicoeducación

En esta sección intentaremos dar una explicación a diversas cuestiones que surgen constantemente en nuestras investigaciones.

¿Cómo se diagnostica el síndrome de intestino irritable?

El síndrome de intestino irritable se caracteriza por la presencia de dolor abdominal, constipación, diarrea o ambas (alternancia entre constipación y diarrea), al menos una vez por semana los últimos tres meses. Es un trastorno sumamente frecuente que lo padece cerca del 12% de la población general, siendo más prevalente en mujeres (15%). Se diagnostica en base a criterios clínicos llamados criterios de Roma IV. En pacientes menores de 50 años, que no presentan síntomas de alarma (sangre en la materia fecal, pérdida de peso significativa, fiebre, etc.), tienen un examen físico y análisis de sangre normales, no hace falta hacer ningún estudio diagnóstico específico y el diagnóstico se realiza en base a los criterios clínicos. En pacientes mayores a 50 años o con síntomas de alarma se deberán realizar una serie de test diagnósticos que incluyen las endoscopias para descartar una serie de confundidores como el cáncer de colon, las enfermedades inflamatorias intestinales y la enfermedad celíaca entre otras. En el caso que los estudios sean normales, nuevamente se hace diagnóstico de Síndrome de intestino irritable en base a los criterios clínicos.

¿Cómo se pueden controlar los síntomas y reducir el impacto en la calidad de vida?

Justamente el problema del síndrome de intestino irritable es su impacto negativo en la calidad de vida del paciente. Tanto es así, que este trastorno es la segunda causa de ausentismo laboral después del resfrío común y es uno de los principales motivos de consulta en la práctica clínica y gastroenterológica. Luego del diagnóstico se requiere una evaluación médica para identificar los posibles desencadenantes de los síntomas entre los que se encuentran principalmente el estrés en personas predispuestas y otros factores emocionales, aunque también los hábitos alimenticios entre otros. Los síntomas se logran controlar haciendo algunas modificaciones del estilo de vida, la alimentación, el manejo del estrés y síntomas psicológicos. En algunos casos es necesario utilizar medicación, que será indicada por el médico, para controlar los síntomas.

¿Qué factores psicológicos pueden empeorar el cuadro?

Los aspectos emocionales acompañan estos síntomas con mucha frecuencia. El estrés cotidiano, emociones normales como la ansiedad, la angustia, el enojo y la tristeza pueden incrementarse por diversas causas, incluyendo haber vivido momentos difíciles a lo largo de nuestra vida, e influir en los síntomas del síndrome de intestino irritable. Además de los problemas cotidianos que enfrentamos, nuestra mente puede intensificar estas emociones cuando pensamos de más sobre estos problemas o convertimos los síntomas del síndrome de intestino irritable en el centro de nuestras vidas. Cuando esto llega a un extremo, cambia nuestra vida, privándonos de actividades placenteras o gratificantes como asistir a una reunión familiar o social que nos ayude a lidiar con las emociones negativas. La terapia cognitivo-conductual ha demostrado científicamente ayudar a las personas con síndrome de intestino irritable a mejorar sus síntomas y su calidad de vida.

¿Qué alimentos pueden empeorar el cuadro?

Hoy en día se sabe que hay una serie de alimentos agrupados bajo el acrónimo FODMAP, que por un proceso de fermentación bacteriana pueden generar síntomas. En este grupo se encuentran alimentos tan variados como los lácteos, las harinas de trigo, muchas frutas y verduras y algunos productos industrializados. Sin embargo, es importante no realizar restricciones alimentarias importantes sin consejo especializado, ya que en el largo plazo pueden llevar a déficits nutricionales.